Voy a decirlo de una vez. Un hombre afeminado es un problema tanto para sí mismo como para la sociedad de la que forma parte.

No tengo nada en contra de la homosexualidad. Hay hombres homosexuales que participan en guerras, que cuidan de sus padres y que ayudan a sus familiares y amigos. Son hombres con la fuerza y habilidad necesarias para protegerse a sí mismos y a sus seres queridos. Estos hombres merecen todo mi respeto y siempre lo tendrán. Su fuerza y habilidad son esenciales para la supervivencia y el progreso de nuestra sociedad.

Lo que constituye un problema es un hombre afeminado, sin importar su orientación sexual. Y el mayor problema de todos es que hayamos llegado a un punto en nuestra historia en el que, como sociedad, celebramos y fomentamos la aparición de estos hombres afeminados y, por ende, la feminización de nuestra sociedad.

Hasta este punto en la historia, el rol del hombre dentro de su comunidad había estado claramente definido. El hombre era el proveedor, el protector y el líder. Construía refugios y cazaba para asegurar la supervivencia de su grupo. Protegía el perímetro contra enemigos y peligros, dispuesto a arriesgar su vida por las mujeres, los niños y los ancianos. Guiaba a su comunidad hacia una vida mejor, donde todos, hombres, mujeres y niños, pudieran prosperar.

El gran riesgo de normalizar la feminidad en los hombres es que cada vez haya menos hombres capaces de cumplir con esas tres tareas fundamentales: proveer, proteger y liderar. La sociedad se debilita por la falta de hombres con las características y habilidades necesarias para desempeñar esas funciones, y una sociedad debilitada está en riesgo de desaparecer.

Existen hombres y mujeres conscientes de la gravedad de este problema. Cada uno hace lo que puede para evitar que el debilitamiento de nuestra sociedad avance hasta su extinción. Pero, estamos luchando en condiciones adversas. Los medios de comunicación evitan emitir opiniones políticamente incorrectas, pues todo parece ser políticamente incorrecto. Lo único que parece aceptable es atacar la masculinidad y la figura del hombre. Son pocas las personas que hablan sobre la necesidad del hombre con características masculinas. Es como si el hombre hubiera pasado a ser poco más que un adorno dentro de la sociedad.

No obstante, quienes participamos en esta lucha no nos consideramos víctimas de nadie. Sabemos que tenemos el poder de cambiar el estado actual de las cosas. Es nuestra responsabilidad defender y garantizar la supervivencia, seguridad y progreso de nuestra sociedad. Debemos fomentar el desarrollo de hombres fuertes y resistentes. Hombres seguros de sí mismos, capaces de controlar y canalizar su agresión y capacidad de violencia si es necesario. Hombres capaces de proveer, proteger y liderar.