No es fácil construir nuevos hábitos. En los primeros dos o tres días, la motivación que sentimos por lo que estamos intentando puede llevarnos a cumplir con la rutina que tenemos planeada. Los problemas empiezan cuando esa motivación inicial pierde fuerza.

Cuando la motivación disminuye, libramos una lucha en nuestra cabeza sobre si deberíamos o no hacer tal o cual cosa. Una acción que habíamos determinado que tenía el valor suficiente para ser incluida en nuestra rutina, ahora la encontramos prescindible. Encontramos razones por las que no la deberíamos llevar a cabo. La rutina no está escrita en piedra y deberíamos de ajustarla siempre que sea necesario, pero debemos tener cuidado de hacer esto por la razón y de la forma correctas.

El problema de tomar la decisión de saltarnos una acción en nuestra rutina es que en el momento en que nos saltamos esa pequeña acción, toda la rutina se debilita. Si piensas que debes de eliminar alguna acción de tu rutina, el mejor momento para hacerlo es al terminar el día, cuando hemos concluido nuestra rutina y estamos examinando nuestras acciones del día. Este es el momento de hacer los ajustes necesarios para el día siguiente.

Se trata de que una vez que empecemos el día con la rutina que tenemos planeada, no hagamos modificaciones al vuelo. Si nos permitimos modificar nuestra rutina en cualquier momento del día, una vez que decidimos saltarnos una acción, por pequeña e insignificante que parezca, será más fácil para nuestro cerebro convencernos de abandonar cualquier otra acción que tenemos pendiente para ese día. Podríamos abandonar nuestra rutina por completo.

Aunque hay veces que podemos ver los beneficios de una rutina desde los primeros días, las grandes beneficios vienen después de sostener esa rutina durante un tiempo prolongado. Es en el largo plazo donde podremos darnos cuenta si de verdad nos funcionó una rutina. Debemos darnos la oportunidad de llegar al largo plazo.

Para que una rutina llegue al largo plazo debemos asegurarnos de:

- Establecer uno o dos días a la semana en los que se descansa de la rutina.

- Ir de menos a más. Construir la rutina poco a poco.

No olvides descansar

Nos gustan las historias de personas que trabajaron sin descanso hasta conseguir sus objetivos, pero muchas veces estas historias están siendo exageradas o dejan de lado los periodos de tiempo en los que el protagonista descansó o dedicó su tiempo y sus esfuerzos a otras tareas. Es posible que algunas personas en realidad trabajaran sin descanso, día y noche, para conquistar sus objetivos, pero por cada uno que triunfó esta manera existen cientos o miles que se quemaron, que renunciaron debido a la fatiga y al hartazgo.

Date permiso de descansar o de dedicar tu día a otros intereses y obligaciones. Programa uno o dos días a la semana en los que no vas a llevar a cabo tu rutina. Estos días pueden ser fijos (p. ej. todos los jueves o los domingos), o puedes programarlos un día antes dependiendo de tus niveles de energía o de otras obligaciones que tengas. Aprovecha estos días para recargar energías y para hacer lo que tengas que hacer. Después del día de descanso vuelve a tu rutina.

No tiene nada de malo tomarse un descanso. Debemos dejar de ver el descanso como tiempo perdido o desaprovechado. El descanso es muy importante para nuestras vidas. Un buen descanso no solo tiene el potencial de alargar nuestra vida, también nos sirve para fijar el conocimiento recién adquirido. Es en los periodos de sueño donde se crean el mayor número de conexiones neuronales. Es cuando estamos más relajados cuando vienen a nosotros las ideas más extraordinarias e impresionantes. Date el tiempo de descansar. Date el tiempo de relajarte.

Ve de menos a más

Una de las principales razones por las que nos quemamos es por querer abarcar demasiado desde el principio. Esta estrategia rara vez funciona.

Una mejor estrategia es ir poco a poco. Introducir pequeños cambios. Pequeñas mejoras. De esta manera evitamos quemarnos pronto. Así nos damos las mayores oportunidades de llegar al largo plazo. No porque empecemos haciendo poco quiere decir que nuestro progreso va a ser lento. Lo importante es que nuestros primeros pasos sean firmes. Asegurarnos de seguir caminando, de seguir avanzando. Más adelante podremos acelerar el paso. Más adelante podremos abarcar más.

No introduzcas demasiados elementos en tu rutina desde el principio. Tal vez todos estos elementos sean importantes para lo que quieres lograr, pero ninguno es más importante que el conjunto. Debes de proteger tu rutina. Si introduces demasiados elementos desde el principio, aumentan las probabilidades de que la rutina sea abandonada.

Si te está costando establecer una rutina, intenta eliminar uno o dos de sus elementos antes de abandonarla por completo. Puedes identificar a estos elementos como voluntarios. Puedes trabajar en estos elementos una vez que hayas concluido con los otros elementos de tu rutina.

Una vez que sientas que una rutina está bien establecida puedes introducir poco a poco nuevos elementos. Para lograr objetivos grandes muchas veces requerimos de rutinas complejas. Ve aumentando la complejidad y la dificultad de tu rutina poco a poco. Asegurate de llegar al largo plazo. Tus objetivos no se van a cumplir de un momento a otro, dependen del trabajo consistente. Del trabajo sostenido a través del tiempo.

Espero que te sean útiles estos consejos para mejorar y mantener tus rutinas. Si decides ponerlos en práctica me gustaría enterarme. Puedes dejar un comentario abajo o contactarme en redes sociales. También puedes considerar suscribirte al blog para enterarte antes que nadie de las nuevas entradas.

Gracias por leer.