Recuerda que lo que construyes no es solo con el objetivo de cobrarte una recompensa que se encuentra al final del camino. El camino esta lleno de pequeñas recompensas, no las ignores, cóbralas siempre que puedas.

Si has construido un cuerpo fuerte y peligroso, ve por esa mujer bonita, entra a la cancha y juega un partido, pon ese cuerpo a prueba. Si has construido una mente fuerte, serena y presente, aprovéchala en tu trabajo, ponla a prueba en situaciones nuevas, enfréntate a situaciones difíciles. Si has construido buenas finanzas, usa el dinero para crear nuevas fuentes de ingresos, inviértelo, toma riesgos que nunca has tomado. Si has construido un espíritu noble, compártelo con otros, enriquece la vida de los demás. Si has construido un alma imperturbable, vive la vida sin miedo porque nada puede tocarte, nada pueden quitarte.

Detente a observar un atardecer. Déjate atrapar por la inmensidad del océano o por lo sublime de una montaña. Disfruta de la compañía de una mujer hermosa o de los sabores de una buena comida. Cárgate de energía pasando tiempo con tus seres queridos.

Sigue trabajando todos los días. Trabaja en tu misión y trabaja con propósito, pero vive, vive cada día, vive todos los días. Sal a enseñarle al mundo lo que estas construyendo. Sal a convivir con otras personas, a ayudarlas, a conocer sus vidas. Sal a observar el mundo, interactúa con el, aprende de el.

Las recompensas están regadas por el camino, pero la mayoría de las personas caminan por la vida con los ojos cerrados. Son incapaces de reconocer y aprovechar las pequeñas recompensas por vivir obsesionados con una recompensa final, sin ninguna garantía de que esta llegue. No cometas el error de obsesionarte con un resultado final. Recuerda que la verdadera satisfacción, la satisfacción duradera, está en el proceso.